Tiempo a favor. Tiempo en contra
omo en la película Tenet, el tiempo va en dos direcciones. O al menos, eso he pensado siempre yo. Pensaréis que estoy fatal de lo mío, pero no. Tiene sentido lo que digo. Ya veréis.
Si sabéis algo de bolsa, sabréis que cuando inviertes en una acción, directamente el tiempo va a tu favor. Cuanto más aguantes el valor, normalmente y si todo va bien, más se irá revalorizando. Si inviertes en un índice, lo mismo. Con el tiempo, y al cabo de unos años, la estadística dice que ganarás dinero. Pero en cambio, si invertimos en un derivado o en opciones donde tienes una fecha en la que ejercer las opciones de compra o venta, el tiempo va en tu contra. El valor del instrumento no solo depende de cómo vaya la empresa, sino de lo cerca o lejos que esté de ese momento de venta. En cierta media, ese punto en el futuro es el origen, y el tiempo el que va hacia atrás. En tu contra.
En la vida real ocurre algo parecido. Para algunas cosas o personas puede ocurrir lo mismo. Por ejemplo, para las librerías el tiempo va en contra. En el momento en que apareció Internet, los ebooks y demás, también apareció un punto en el futuro (como ese que existe para los puts y las calls) donde las librerías no existen. No sé dónde está ese punto. Pero sé que existe, y que si tuviera una librería estaría pensando en ello todos los días. En cambio, no veo ese mismo momento para los smartphones, aún. El tiempo va a favor de los smartphones y en contra de las librerías.
Es un ejemplo sencillo, lo sé. Pero lo mismo os puedo decir de las redes sociales y la televisión. De los combustibles fósiles y las energías renovables. De los coches en propiedad y los medios de transporte compartidos. De la industria financiera y las criptofinanzas.
Te hablo de esto para que pienses en tu propia industria, tu propia empresa o tu puesto de trabajo. Para que reflexiones si el tiempo está yendo a tu favor o, por el contrario, en tu contra. Y si no lo tienes claro, entonces es el segundo. Estamos en un punto de la historia en el que se está produciendo un cambio en el paradigma productivo y politico-financiero de un calado semejante al de la Revolución Industrial.
El tiempo, en cierta medida, funciona como el viento en los veleros. Cuando está a favor, te impulsa. Hay que manejarlo bien, pero es una fuerza motriz fundamental. Si está en contra, es casi imposible remontarlo. O mejor dicho, se puede luchar contra él, pero no ganarle. El viento y el tiempo siempre ganan.
Piensa dónde está tu industria, empresa o puesto de trabajo en este mar. Navegas a favor del viento, o en contra. Si es en contra, es momento de que ajustes las velas y cambies el rumbo. Hoy mejor que mañana. Las cosas han cambiado, están cambiando y cambiaran aún más. Las tendencias se convertirán en moda y la moda en normalidad. Sí, algún día los humanos no tendrán televisión, se informarán por algo parecido a Twitch combinado con YouTube, no tendrán coche propio y cuando usen un coche alquilado por minutos utilizarán electricidad como combustible. Verán el mundo por gafas o lentillas de realidad aumentada y su ordenador portátil del tamaño de un reloj sabrá antes que él lo que va a hacer. Y su ropa será reciclada mil veces, pero a la última moda.
Para que esto ocurra hablo de años, muchos años. Pero no muchas décadas.
Preguntarse si nos gusta ese futuro o si es bueno no tiene sentido. El futuro es futuro. No es bueno, ni malo. Simplemente es. La única pregunta que merece la pena es qué papel jugarás en él. Y si el futuro es tu tiempo, o lo fue el pasado.
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